Ese sentimiento, cuando llegas a la punta del trampolín y no puedes regresar abajo, ese momento en el que te armas de valor y le ordenas a tu cuerpo saltar al vacío, confiando en que todo estará bien. Cuando ves el agua acercándose más y  más, y lo siguiente que sientes es el impacto de tu cuerpo contra el agua. Esa sensación, ese instante en que el aire parece escapar de tus pulmones y luego, casí sin darte cuenta, vuelve de nuevo a ti.

Ese es el momento en que te sientes increíble, indudable e irrefutablemente vivo.

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