Despierto, preparándome para la monótona rutina en la que se ha reducido mi vida; me preparo para ir a los mismos sitios, para ver a la misma gente, las mismas caras, para ver y escuchar los mismos chistes y recuerdos de siempre.

Esto es una porquería de vida. Es más como si la rutina me viviera a mí. Como si al momento de convertirse en una asquerosa monotonía dejó de ser mía mi vida y empezó volverse una escena en tercera persona repetitiva y asfixiante.

No soporto esto. No soporto estar aquí. No soporto a la gente. No me soporto ni a mí misma.

La muerte parece más divertida que esto.

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