Podemos encontrar alegría en las cosas más pequeñas, en los gestos más simples.

Ver el cielo cuando está azul y brillante, como si fuera una pintura. Sentir el agradable viento en la cara. Observar como una pequeña pero hermosa mariposa vuela tan alto como puede. Ver la luna llena brillando en su máximo esplendor, alumbrando toda la noche oscura. Respirar y saber que, a pesar de todo, estás vivo.

Esas pequeñas cosas casi insignificantes pueden darte más alegrías de lo que crees, solo que comúnmente gastamos energía buscando algo grande que creemos que nos dará la alegría que necesitamos, cuando la alegría puede estar frente a ti en la forma más normal y mundana que puedas imaginar, ¿y sabes por qué? Porque son cosas que no pueden quitarte. No pueden evitar que huelas las flores, que contemples el mar, o que veas las estrellas. No pueden evitar que dentro de ti haya un sinfín de esperanza.

Esas cosas tan simples, tan corrientes, pueden convertirse en grandes momentos, en instantes importantes. Pueden darte más de lo que esperas. Así que no los desaproveches, y disfruta al máximo de estos momentos.

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