Sufro por haberte perdido, aunque en realidad tu nunca me perteneciste. Nunca fuiste mío como para darme el lujo de perderte. Tu ni siquiera sabías que te quería de la manera en que te quiero. Nunca supiste que quería tus besos, tus caricias, tus palabras, tus ojos enamorados puestos en mi. Que quería ser aquella persona que pusiera una sonrisa en tu cara, tan solo al verme o al pensar en mí. Quería ser todo para ti. Pero querer y poder no siempre es lo mismo. Y, a pesar de todo, yo sabía que no estábamos para estar juntos, porque somos completamente diferentes, y yo nunca podría ser lo que estás buscando. Y duele. Duele perderte aunque no fueras mío. Duele pensar en lo que jamás podremos ni llegaremos a ser.

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