Encontré tus cosas.
Ver tus cosas en un rincón del cuarto, que alguna vez fue tu cuarto también, hace que todo esto parezca más real. Quizás porque es real. Esto hace que me de cuenta de toda esta situación. Verlas me hace sentir tanto dolor, tanto enojo, tanta tristeza, porque esto significa que en verdad si te vas, que esto acabó y que nada volverá a ser lo mismo, nunca. Y duele. Duele abrir los ojos. Duele aceptar la verdad. Todo es mejor cuando solo intento ignorar todo esto, cuando no pienso en esto, cuando no hablamos de esto. Pero ya no puedo conformarme con eso, no puedo seguir así. Ya no puedo seguir fingiendo, porque esas cosas en el rincón, esas bolsas con tus objetos, fueron el detonante. Se volvieron un recordatorio. Ahora no puedo dejar de verlas y pensar en todo lo que fue y jamás volverá a ser. ¿Por qué demonios dejaste eso aquí? ¿Querías que lo viera? ¿Querías que me volvieran a romper el corazón? No. No lo creo. Ni siquiera te importa eso. Ni siquiera pensaste en mi. Solo sé que esas malditas bolsas en el rincón se han vuelto lo que menos quiero ver, y a donde más se dirige mi mirada. Se han vuelto el tabú que ni siquiera se quiere pensar en esta casa. Tus malditas cosas me han dado una gran y molesta patada en el corazón. Gracias por eso, otra vez.
Comentarios
Publicar un comentario