Por los caídos.
Las balas y los perdigones van de un lado a otro, sin nombre, sin mirar a quién se dirigen. Las bombas infestan el aire, asfixiando todo a su paso. Un hombre tortura a un joven, sin piedad, sin pensar que el joven podría tener la misma edad que su hijo. O que podría ser su hijo. Un manto de atrocidades y violencia cubre nuestro país estos últimos días. Palabras como muerto, torturado, asesinado o represión, parecen formar parte de nuestro día a día. Caen diariamente venezolanos intentando luchar por un sueño. Por una oportunidad. por la libertad de su país.
Luto sería nuestro estado actual. Nuestra tierra, ahora manchada de sangre, llora la pérdida de sus hijos. Llora por los venezolanos a los que una bala se llevó, por los que le quitaron la vida a sangre fría, por los que han sido víctimas de torturas abominables. No quiero pensar en cuantos van ya, porque diariamente el número aumenta. No quiero convertirlos en eso. En cifras dolorosas. No quiero que sus muertes se conviertan en un número más, sin nombre ni cara. En una mancha más de sangre en nuestro país. Ellos no lo merecen. Ellos no merecían lo que les pasó, tampoco.
A todos los caídos les quitaron algo más que solo la vida. Les han quitado su futuro. Les han quitado sus sueños. Les quitaron la oportunidad de crecer. No debió ser así. Nadie tiene derecho a quitarle a otro su vida de esa manera. Nadie puede hacer de juez en ese asunto.
Los muertos no son de un lado ni de otro, los muertos son de un mismo país. De nuestro país. Causan dolor a quienes los conocieron, igual. Todos tenían familia. Todos tenían sueños. Merecían algo mejor.
Quiero pensar que hay salvación para nosotros y para Venezuela. Que los jóvenes caídos que murieron por perseguir un sueños, no hayan muerto en vano. Que algún día podamos ver el sueño de todos esos jóvenes hechos realidad. Que la muerte de otros sirva para despertar al pueblo, para que reaccionen de una vez por todas. Que haya justicia para todas esas personas asesinadas. No solo las de ahorita, sino las de años anteriores también.
Pero, lo que más quiero, es que algún día, en algún punto del futuro, podamos ser un país tricolor de nuevo, en el que nos reconozcamos, en el que podamos vivir tranquilos. Que no muera ningún otro estudiante por perseguir un sueño de libertad. Que volvamos a ser gente amable, tolerante. Que la violencia y la muerte ya no nos definan nunca más.
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